No se conservan testimonios de una escritura autóctona japonesa. El japonés era, pues, una lengua sin escritura o ágrafa hasta la llegada de los ideogramas chinos, los kanji, cuya introducción no se documenta hasta en el año 538, aunque sin duda, eran conocidos por los japoneses con mucha anterioridad. Por ello, las primeras muestras de literatura japonesa pertenecían a la tradición oral. Su origen, como el de otras culturas, se remonta a un conjunto de ritos donde folklore y religión conformaban una rica y antiquísima tradición oral. Alrededor del año 300 a. C. se documentan narraciones, canciones y danzas populares sobre los ciclos del cultivo del arroz que celebraban ya la llegada del dios en primavera o su despedida en el otoño. Con el tiempo estas canciones y relatos serían recogidos de manera escrita, formando parte de las primeras producciones literarias como el Kojiki, Nihonshoki y Fudoki o de las representaciones de teatro kabuki y el teatro no.
Una figura importante en esta tradición oral primitiva fue la del
kataribe. Se trataba de un recitador o recitadora de historias que cumplía la función de conservar y transmitir hechos, mitos y leyendas que una determinada comunidad consideraba parte esencial de su identidad. Kataribe era un oficio frecuente desempeñado por mujeres probablemente asociada a funciones chamanísticas. La expresión para describir su actividad era monogataru (contar cosas), base de los futuros monagatari o narraciones escritas que surgieron en la época Heian. La labor de los kataribe llegó a ser tan importante que, con el tiempo, algunos se profesionalizaron y llegaron a ocupar un puesto oficial en la Corte, creando lazos entre la literatura oral arcaica y la nueva literatura escrita.
Algunas expresiones del Japón antiguo, por su carácter mágico-religioso, no podían ser transcritas en caracteres extranjeros. Su conservación se realizaba en el yamato kotoba o palabras de Yamato, uno de los nombres del antiguo Japón. El género poético más antiguo, el waka, sólo podía ser compuesto en el yamato kotoba, única lengua empleada por los kataribe. Este hecho suele interpretarse como una reacción ante la omnipresencia de la cultura china, en un afán por conservar la propia identidad y una pervivencia de la filosofía kotodama, el poder mágico de las palabras, de la que se nutría la antigua poesía oral.
Período clásico
El período Heian (794-1186) es considerado como la etapa clásica de la literatura japonesa. Es una época de decreciente interés hacia la cultura china que desde el siglo VI había moldeado de manera decisiva la cultura japonesa. En este lapso de tiempo se comenzó a escribir con caracteres japoneses, ya que anteriormente se utilizaban los caracteres chinos.
La literatura de la época Heian refleja los sólidos valores del mundo de la Corte y en ellas la combinación de artes plástica y literatura hace difícil encuadrar las obras de artes en categorías estancas. Por otro lado, se trata de una producción literaria realizada tanto por hombres como por mujeres. Las damas japonesas, desde el mundo cerrado de sus alcobas y mansiones, ofrecerán una rica obra literaria llena de sensibilidad y, a veces, de humor.
Entre las obras destacables en la poesía, debe señalarse el Kokinshu (Colección de Poemas japoneses antiguos y modernos) antología ordenada por el emperador Daigo en 905. Esta antología, representa la elevación a obra artística de uno de los géneros poético más antiguos y genuinos del Japón, el (waka) o canción japonesa, y con ello, la reivindicación nacional y la afirmación de la identidad japonesa tras siglos de influencia china. El Kokinshu constituirá a la postre una especie de canon del clasicismo japonés. Junto al Kokinshu existieron otras antologías imperiales: Gosennshu (Colección escogida posteriormente) y el Shuyshu (Colección de fragmentos reunidos). Estas tres antología constituyen el Sanndayshu (Colección de los tres reinos), es decir Daigo, Murakami y Kwazan.
Escena del capítulo "SEKI YA", del pergamino ilustrado del Genji Monogatari.
En la prosa, en la época Heian sobresalen los diarios privados (
nikki) y libros de impresiones (
shôshi), el relato poético (
uta monogatari) y la novela lírica. Como obra cumbre de los
nikki (diario) suele citarse el
Tosa Nikki (Diario de Tosa), redactado en el año 935 por
Ki no Tsurayuki. Especial importancia en estos géneros tuvo la literatura escrita por mujeres (
Nyōbō Bungaku), en la que destaca la obra de
Sei Shōnagon Makura no Sōshi (Libro de la almohada), escrita a principios del
siglo XI. Libro autobiográfico, que muestra muchos rasgos de la cultura japonesa de la época, como el ideal de belleza de hombres y mujeres entre la aristocracia japonesa. Otros diarios privados escritos por mujeres de la época son el
Diario de una mujer efímera de Fujiwara (siglo X), el
Diario de Sarashina (mediados del XI) y el
Diario de una dama de honor del siglo XII.
Bajo el nombre genérico de "monogatari" se inicia en el siglo X el género de relato breve escrito en
kana. Entre los "uta monogatari" o narraciones con poemas intercalados encontramos los
Ise Monogatari (
Cantares de Ise) y los "Cantares del Yamato" (960). Los "tsukuri-monogatari" o relatos de ficción quedan representados por el "Taketori Monogatari" (
Cuento del cortador de bambú).
La otra gran obra del periodo Heian, y sin duda una de las obras más importantes de la literatura japonesa de todos los tiempos, corresponde a una novela cortesana, el
Genji Monogatari (La historia de Genji)de
Murasaki Shikibu, aparecida en el año 1000. Se trata de un inmenso relato de más de 4000 páginas, que narra la historia del hijo de un
mikado (emperador japonés) y que refleja los valores de la élite aristocrática del período Heian.
Lejos del refinamiento estético del mundo de Genji, encontramos a la "otra" sociedad en el
Konjaku Monogatarishū (Cuentos de antaño), una recopilación de más de mil historias de
China, la
India y
Japón. Estos manuscritos quedaron abandonados en un templo budista, hasta que fueron descubiertos en el
siglo XVIII.
En la misma época debemos situar a
Sugawara no Michizane, autor de Suga-ke Bunsō (菅家文草, 'Suga-ke Bunsō'?) escrito en 900 y el Suga-ke Goshū (菅家後集, 'Suga-ke Goshū'?) en 903 que introducen una tímida aparición de la literatura de crítica social.
[editar]Período medio
Esta etapa que abarca de fines del
siglo XII, hasta principios del
siglo XVII, fue muy pobre, debido a las constantes guerras y hambrunas, hubo poca producción literaria la cual recayó sobre los monjes. Así, son de digna mención las obras
Heike-monogatari (Cantar de los Taira) y
Tsurezuregusa de
Yoshida Kenkō.
En el
siglo XIV aparecen las representaciones teatrales llamadas
No, que tenían como propósito la exaltación patriótica y la propaganda religiosa, recordemos que la literatura de estos tiempos fue elaborada por monjes budistas.
[editar]Aislamiento japonés
Los primeros europeos en tener contacto con la cultura japonesa, fueron los marinos, mercaderes y misioneros del siglo XVI. Ante estos primeros encuentros, los japoneses mostraron bastante tolerancia, incluso aceptando el catolicismo. Pero los dirigentes del país, el shogunato
Tokugawa, desconfiaron de las intenciones de los europeos, expulsándolos y llevando al país a un aislamiento de más de 200 años.
Esta etapa dio inicio en el siglo XVII prolongándose hasta mediados del XIX, que fue cuando Japón abrió de nuevo sus puertas al mundo. Dentro de la producción literaria del país, se hace notable en cuanto a poesía, novela y teatro.
En la poesía, destaca
Matsuo Bashō, quien compuso los
haiku, pequeños poemas que con la mínima cantidad de palabras, se trata de expresar el máximo de cosas.
En cuanto a novela, destaca
Saikaku Ihara, escritor de
Hombre lascivo y sin linaje, su obra más conocida, donde se muestra un vivido reflejo de la vida de la época. Causa por la cual estuvo cerca de morir en la hoguera.
En el caso del teatro hubo dos tendencias distintas en ejecución, una el
kabuki, representado por personas y el
joruri, donde se empleaban marionetas. El más grande representante del teatro en esta época fue
Chikamatsu Monzaemon.
[editar]Período imperialista
Después de 250 años de aislamiento, con la llegada al poder de los
Meiji, los escritores gozaron de cierta libertad para escribir. Hubo evolución en el aspecto lingüístico, se simplificó la estructura del lenguaje japonés y se agregaron palabras para designar ideas tan comunes en
Occidente como deporte o derechos humanos. Esto gracias a la disposición del país a aprender del mundo occidental, siendo los escritores los principales promotores de la comunicación entre la cultura japonesa y la ciencia occidental.
Ryunosuke Akutagawa, cuentista que recuperó la obra de
Cuentos de antaño, entre los cuales podemos destacar el cuento titulado
El tabaco y el demonio, donde se explica como fue introducido el tabaco en el Japón. Otro de esos cuentos es
El biombo del infierno, donde induce al lector a reflexionar sobre qué es la belleza de japon.
Inmediatamente después de que
Hiroshima y
Nagasaki fueran bombardeadas por
EE. UU. en la
Segunda Guerra Mundial, Japón se rindió, sólo para renacer de las cenizas y aprender de los errores, llegando a ser una de las potencias del mundo en la actualidad.
Los cambios sociales, políticos e ideológicos, dieron pie al surgimiento de una nueva generación de escritores.
Masuji Ibuse publicó
Lluvia negra, de la cual hay una versión cinematográfica.
Shintarō Ishihara escribió
La tribu del sol y
Seicho Matsumoto creó
Niebla negra. Aunque de todos ellos hay dos que destacan más aún, se trata de
Dazai Osamu y
Yukio Mishima.
Entre las obras de Dazai Osamu, podemos mencionar
El sol que declina y
Ya no humano, las dos en parte autobiográficas, donde crítica asperamente la hipocresía del mundo moderno. Yukio Mishima, gran figura de este período, escribió
Confesiones de una máscara,
El pabellón de oro,
El mar de la fertilidad, entre otras. Cuando entregó esta última obra al editor, una hora después se hizo el
seppuku, en protesta a la democracia occidental que no toleraba.
[editar]Vanguardias
Se considera este período a partir de los
Juegos Olímpicos de
Tokio en
1964, fecha que marca la apertura de Japón al mundo, logrando poseer una mentalidad cosmopolita y moderna.
Entre los escritores de estos tiempos podemos mencionar a
Kenzaburo Oe, segundo autor japonés en obtener el
premio Nobel de Literatura en
1994, obras como
Nuestro Tiempo y
Una experiencia personal, muestran gran evolución en su estilo, debido mayormente a sus vivencias. Otro escritor destacado es
Shusaku Endo, cuyo prestigio está basado en dos de sus obras,
Silencio y
El Samurai, que han causado gran polémica en su país. Para finalizar, encontramos a
Kōbō Abe, autor de
La pared, catalogada como la obra más vanguardista de la literatura del Japón.